ATIENZA, ARQUEOLÓGICA Y PALEONTOLÓGICA
Concluyen, por este curso, los trabajos en torno al castillo y judería
Pronto se cumplirán los primeros cien años desde que los primeros hallazgos arqueológicos llevados a cabo en Atienza saltaron a las páginas de la prensa, al menos provincial. Sucedía en torno a 1929 cuando, abriéndose la carretera que desde Atienza lleva a Hiendelaencina, poco antes de llegar a la población de Naharros, en el paraje denominado Cerro Pozo, comenzaron a aparecer grandes losas de piedra que ocultaban la realidad de una gran Necrópoli celtibérica que sería estudiada por el arqueólogo Juan Cabré. Lo encontrado en aquellas, junto a lo que más tarde aparecería en otro paraje próximo al castillo, al abrirse otra carretera, la que desde Atienza conduciría a Berlanga de Duero, pasó en parte al Museo Arqueológico Nacional, mientras que estas necrópolis pasaron a la historia, y al olvido. Nada recuerda, siquiera, el lugar de su hallazgo.
En la actualidad, nuevos estudios, en esta ocasión centrados en la propia villa su entorno, y en su pasado medieval, vuelven a sacar a Atienza a las páginas de la historia, y del estudio.
Atienza, historia pasada y guerrera
En la actualidad, un día cualquiera, puede recorrerse Atienza, de extremo a extremo, sin encontrarse a uno solo de sus habitantes; su principal plaza, la del Mercado, mantiene todas sus puertas cerradas, e igualmente sucede con la que fuese su calle más señorial, actual de Cervantes y antigua Real o Mayor. La despoblación ha hecho estragos en la comarca, y en Atienza, por su extensión, mucho más.
Atrás quedan los siglos en los que Atienza fue Villa cabecera de Castilla con un censo de ocho o diez mil habitantes, reducidos al día a poco más de doscientos de población fija; también los guerreros XIV y XV, en los que Atienza perdió parte de su caserío.
Al siglo XV hay que remitirse para entender la pérdida de una gran parte de lo que fue la primitiva población; la antigua Villa, propiamente dicha, crecida en torno al castillo roquero; así como parte de su ampliación, en torno a los barrios periféricos de Santa María del Valle, o del Val, y sus aledaños; la batalla que por la reconquista de la población dieron las tropas castellanas contra las aragonesas en 1446, dieron al traste con una parte importante de Atienza, caserío e iglesias y, a pesar de que al rey castellano Enrique IV se le pasase por la magín la reconstrucción de la Villa y la historia nos cuente que la volvió a su antiguo ser, no fue así. Algo mandó hacer el rey, pero nunca Atienza recobró lo perdido que, en parte, comenzaba por la antigua puerta principal de la Villa, situada por debajo de la iglesia de Santa María del Rey.
Precisamente por aquí fue por donde, hace cosa de ocho años, en los inicios del verano de 2016, el profesor arqueólogo de la Universidad de Granada, Guillermo García-Contreras, recién llegado de Inglaterra, comenzó los trabajos arqueológicos que llevarían a la posterior excavación de algunos de los edificios que se alzaron en esta parte de la Atienza pasada. Trabajos que entonces se centraron principalmente en el entorno del castillo y villa primitivas; la que miraba hacia la Castilla milenaria. El proyecto continuaría a lo largo de los años. En la actualidad, ocho años después de que las máquinas lanzasen el aviso de que bajo la tierra se encontraba el pasado de algunos edificios, los hallazgos se suceden, y continuarán.
Por esta parte del entorno de la primitiva Atienza, y del castillo, ha de estar enterrada una gran parte de la historia de la población; de su señorial iglesia y barrio de Santiago; así como de lo que fue en realidad la primitiva fortaleza; nada que ver con la simple torre del homenaje que hoy se nos muestra señorial. La probable desventurada reconstrucción de parte del castillo llevada a cabo mediada la década de 1960 dio al traste con una parte del pasado; pero, sin duda, todo se andará en busca de una historia enterrada.
La judería, un mundo por descubrir
Las pruebas del carbono, cuentan los arqueólogos que continúan trabajando en el pasado del barrio de la judería atencina, Luca Mattei y García-Contreras, dan muestras de que esta ardió, sino por los cuatro costados, sí en su mayor parte, en los primeros años de la década de 1390, remitiéndonos a la devastadora ola antijudía que se desató en 1391, cuando fueron masacradas las juderías de las Coronas de Castilla y Aragón. Año en el que se sucedieron los incendios, saqueos y matanzas por numerosas ciudades. La historia documental no nos cuenta lo sucedido en este tiempo en Atienza; las pruebas arqueológicas nos muestran ahora que la judería atencina fue arrasada en este tiempo por un gran incendio. Los arqueólogos han descubierto, prácticamente a flor de tierra, los restos de la batalla. Todo hace suponer que los judíos atencinos, hasta la definitiva expulsión de 1492, abandonaron la judería y se desparramaron, los que pudieron, para continuar viviendo en el entorno y dentro de la población, abandonadas sus primitivas viviendas arrasadas por el fuego.
Los rastros son evidentes, la mancha negra de la ceniza tinta la tierra a lo largo de la extensión de uno de los solares habitacionales descubiertos, en los que se muestran las diversas estancias de la casa, lindera con una de las calles que, sin duda, vertebraron el barrio, del que todavía restan algunos importantes retazos de la muralla que lo ciñó. Es quizá una de las partes menos visitadas de Atienza, a pesar de que las torres de los contrafuertes parecen jugar al equilibrio sobre el cerro, frente a lo que fue antiguo convento real de San Francisco, al que la reina Católica, Isabel I, donó estos terrenos después de que en 1492 la mayoría de los judíos atencinos saliesen de la población camino de Huete. Otros quedaron aquí y fueron perseguidos por la Inquisición, de lo que los archivos dejan sus pruebas documentales.
Algo más abajo de lo descubierto en la meseta del cerro aparece lo que sin duda fue una tenería, con sus piletas de curtir o tintar las pieles; y, todavía, es mucho lo que resta por desenterrar. Los muros, tanto como los descubrimientos, aparecen a poca distancia del suelo que se pisa; como si el paso de los siglos hubiese dejado todo esto preparado para que pasado el tiempo, gentes con espíritu y ánimo de desentrañar estos pedazos de nuestra historia, encontrasen una parte de la labor hecha.
De todo ello informan pormenorizadamente los profesores García-Contreras y Mattei a través de su página de redes sociales: “Medgreenrev”; del mismo modo que se informa de todos los trabajos llevados a cabo, y por realizarse en los próximos años, en que continuarán, a través de la página de la Red de Cultura de Castilla la Mancha: “Atienza a través de la revolución verde medieval: Agentes, identidades y procesos socioambientales”, que desarrollan los profesores García-Contreras, Mattei, Eiroa Rodríguez y Pluskowski.
Para este curso la temporada de excavaciones llegó a su fin hace unos días; con una jornada incluso de puertas abiertas en la que los arqueólogos dieron cuenta de su trabajo. El tiempo no ha acompañado, la lluvia ha impedido en algunas jornadas los trabajos; a pesar de ello, han continuado, con la labor impagable de un equipo de voluntarios. en torno a las treinta personas que, a la dureza de los trabajos de campo han tenido que sumar el del viaje de ida y vuelta a la base, en una casa rural de La Riba de Santiuste; en Atienza no lograron encontrar aposento capaz a sus posibilidades.
Sin duda, su labor, para el futuro de Atienza, y por lo que tiene de búsqueda de su pasado, merece la admiración y reconocimiento, no solo de Atienza y sus gentes, de la provincia, también.
Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 18de octubre de 2024