Atienza de ayer a hoy.Historia pasada y presente. Correo.: gismeraatienza@gmail.com

lunes, 6 de noviembre de 2023

ATIENZA, 1923

 ATIENZA, 1923

En el centenario de Carmen Galán Velasco, natural de Atienza

    Cuando el siglo XX se comenzaba a apagar para dar paso al XXI, la desaparecida Casa de Guadalajara en Madrid se propuso llevar a cabo un homenaje en la capital de la provincia a todas aquellas personas que habían vivido, con sus penas y alegrías, el siglo XX. Se localizaron en torno a las veinte personas de las cuales pudieron asistir al acto, celebrado con todos los honores y asistencia de las primeras autoridades provinciales, civiles y religiosas, una decena de hombres y mujeres. Fue una jornada emotiva que pasó a pertenecer a la provincia, siendo la primera vez que algo así sucedía.

   La persona de mayor edad, Dámasa Carrascosa cumplía en aquel año los 107; hubo gentes que nos hablaron del desastre de Annual, en cuya guerra se vieron inmersos; o de cómo se vivía en cualquiera de nuestros pueblos sin luz ni agua corriente, pero con mucha alegría y fuerza de voluntad. Al día de hoy, en la inmensa mayoría de las poblaciones se cuenta con los servicios básicos, y el número de personas que han rebasado la mítica edad, se multiplica, dejándonos el ejemplo de sus vidas.

 

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Atienza, 1923

   En Atienza, en el mes de marzo de 1923, nació Carmen Galán Velasco. Hoy, cumplidos ya los cien años de su vida reside en Sigüenza. Era entonces la menor de las hijas de una familia numerosa, algunos de sus hermanos o hermanas han llegado a la divina edad de los cien años, o la sobrepasaron, como fue el caso de su hermana Quiteria, quien dejó este mundo a los 104; su hermano Timoteo lo hizo con los cien en la mano; al igual que algunas más de sus hermanas; su madre, Basilisa Velasco, falleció poco antes de alcanzarlos; su padre, Francisco Galán Capilla murió mucho antes. Sin duda, genética familiar.

   Atienza, en 1923, cuando Carmen Galán nació, era muy distinta a la estampa turística que hoy se nos dibuja. En aquel tiempo el relato de su entorno podría parecerse a lo que nos dejó escrito Benito Pérez Galdós, definiendo el empedrado de sus calles como reproducción exacta de los pavimentos del Purgatorio. Si hoy Galdós levantase la cabeza vería una Atienza totalmente cambiada, con su permanente camisa de fiesta, aunque eso sí, con sus calles vacías.

   Las luchas políticas se encontraban a la orden del día. En el tiempo que se llevaba transcurrido del siglo se habían enfrentado, incluso a porrazo limpio en las salas del ayuntamiento, conservadores o moderados con liberales. En este año, y desde la primavera de 1922, al frente del consistorio se encontraba don Isidro Peral Benito, quien sustituyó por aquel entonces a quien la desempeñaba de manera interina, don Mariano Castell Ruiz, tras la dimisión de don Agustín Rubio; quien sustituyó unos meses antes al Sr. Castell, acusado de negligencia municipal por el hundimiento de la plaza de toros, al inicio del festejo de la fiesta mayor dos años antes; posteriormente devuelto a sus funciones, tras comprobarse que el accidente se debió a la fatalidad.

   El Ayuntamiento, compuesto entonces por nueve concejales, para una población que rondaba los mil ochocientos habitantes, además del ya dicho don Isidro Peral Benito, estaría formado por Agustín Rubio Lapastora, Juan Galán Santamera, Mariano Castell Ruiz, Salustiano Asenjo Galán, Melchor Somolinos Rodríguez, Eugenio Arias García, Nicasio Somolinos Andrés y Modesto Santamera Rodríguez.

   No faltaban los clérigos en número sobresaliente, habida cuenta que se encontraban abiertas las puertas de cinco iglesias y una capilla, destacando, al frente de las dos iglesias principales, San Juan y la Santísima Trinidad, don Bartolomé Llabrés en la primera, y don Honorio Tarancón en la segunda. A don Horacio le ayudaba como coadjutor, para San Gil y el Hospital de Santa Ana don Mariano Gallego, hasta su fallecimiento, con el inicio del año.

   Igualmente se encontraba la villa servida de toda clase de comercios, desde los dedicados a la alimentación, hasta los cafés, pasando por los de ropa o quincallería.

    Y se acababa de poner en funcionamiento una de las disposiciones testamentarias más significativas de quien fuese hijo predilecto de Atienza, el político y notario Bruno Pascual Ruilópez, fallecido en el mismo mes, de 1919; se trataba de la dotación de un aula para que todos los chiquillos de Atienza, al margen de sus posibilidades económicas, pudiesen estudiar. Don Bruno dotó un aula; con su dinero se acondicionó el edificio y a sus expensas se estableció, en el antiguo Hospital de Santa Ana.

   También las niñas de Atienza, en este tiempo, podían acudir sin riesgos a la escuela. En el curso de 1922-23 comenzó a funcionar, ahora sí, de manera efectiva, la escuela de niñas que, después de más de veinte años de proyección, mandó edificar, también a su costa, el diputado D. Miguel Sánchez Dalp, regalando el edificio al Ayuntamiento. Quien pagó la empresa dando el nombre del diputado a la calle, y poniendo en la fachada del edificio una placa.

   Se celebró, como venía siendo habitual, coincidiendo con el 19 de marzo, la feria de ganados de la Villa, entonces muy celebrada; como lo eran, por el numeroso vecindario y la visita de los vecinos de las poblaciones aledañas, las consecutivas festividades que concluían en las grandes fiestas del Cristo, por el mes de septiembre.

   Tras ellas, en aquel mismo otoño una nueva remodelación del Ayuntamiento pondría al frente del consistorio a don Emilio Buquerín Bermejo, titular de la tintorería local, quien estaría al frente de la alcaldía en los años siguientes.

 


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Carmen Galán Velasco

   Sin duda, aquellos y los venideros no fueron años fáciles para nadie, tampoco en Atienza, que tendría que conocer la llegada de la república primero y de la guerra después, con todo lo que esto conlleva. Tan sólo tenía cuatro años cuando tuvo que asistir a la primera desgracia familiar. Uno de sus hermanos, muletero de profesión, cometió una de aquellas hombradas que se acostumbraban a llevar a cabo en estos tiempos. A bordo de uno de aquellos trenes que recorrían media España, embarcó con destino a Sigüenza una reata de mulas, se bajó del tren en Guadalajara; se despistó y, cuando quiso ver, el tren había desaparecido. A través de la vía corrió hasta llegar a Sigüenza. Murió pocas horas después, de agotamiento, en su casa de Atienza. Eran las vísperas de La Caballada de 1927.

   Carmen Galán es hermana de La Caballada de Atienza, quien esto escribe tuvo el honor de llevarla como Priosta en 1993 en alguno de los actos, y todos los años, mientras vivió en su casa de la calle Real, se asomó al balcón a ver pasar la cabalgada.

   Contrajo matrimonio, sin duda, con el hombre de su vida, Bernabé Castell, quizá, uno de los hombres de más noble corazón, en todos los sentidos, que pisó suelo de Atienza; y llegó la familia numerosa; la emigración a Madrid, la lucha por la vida, el retorno al ansiado pueblo natal…

   Su memoria, prodigiosa, tiempo atrás, forma parte del libro de la historia del pueblo; fue capaz de retratar la vida de la Atienza que vivió y representó, pues también formó parte del elenco de actrices que protagonizaron en el pueblo los teatrillos que montó el curita de la Trinidad, y era capaz de recitar de memoria la obra de teatro que aquel escribió: “El ramillete de alhelíes”, que hablaba de La Caballada. Y participó de aquella película que dio fama a la villa, Las Troyanas.

   Cien años se han cumplido desde que, en aquellos primeros días del mes de marzo de 1923, abrió los ojos en Atienza, esa Atienza que, no dudo, siempre lleva en un rincón de su corazón.

   Sirvan estas páginas, memoria de un tiempo pasado, para felicitar, con ella, a toda aquella generación que vivió y padeció un tiempo que pudo ser mejor, pero que, para ellas, fue el único.

   Sirvan estas páginas para felicitar a Carmen Galán, quien algunas cosas enseñó a quien esto escribe; desde que, un lejano día de hace más de sesenta años, lo llevó a la pila bautismal. Mi tía; mi madrina. ¡Mucha vida!

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 17 de marzo de 2023

 

 


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